INNOVACIÓN Y CAMBIO CURRICULAR: LA CRISIS PERMANENTE
Aunque no todo
cambio en el currículum significa un proceso de innovación en la institución
escolar y en sus prácticas de enseñanza, lo cierto es que la gran mayoría de
los cambios curriculares están pensados con esa intención.
Han sido los
proyectos de innovación curricular y sus estrategias de implantación los que
normalmente han marcado la pauta sobre los procesos de desarrollo del
currículum y los que más han despertado el interés por la evaluación. Estos
análisis son los que han puesto en cuestión muchas de las ideas preconcebidas y
discutibles en la dinámica de creación e implantación del currículum.
House (1981, 1979)
ha diferenciado tres perspectivas en la manera de entender los procesos de
innovación: la tecnológica, la cultural y la política.
La perspectiva
tecnológica entiende la enseñanza y la innovación, como un proceso tecnológico.
Los proponentes de la innovación tienen unos marcos de comprensión de la
realidad escolar y unos valores que difieren, normalmente, de los que sostienen
los profesores.
La perspectiva, la
política, comparte en cierta manera la idea de la perspectiva cultural de que
distintos sectores tienen distintas visiones de la innovación. Por ello, la
idea de la diseminación como una estrategia de comunicación de las excelencias
del nuevo currículum a los usuarios resulta ser pura retórica. Más que
comunicado, el currículum es negociado.
Por otro lado, si
estos enfoques sobre cómo actúan las innovaciones curriculares y el porqué de
sus dificultades para hacerse operativas han estado centrados en los factores
de desarrollo del currículum, es decir, en las estrategias para conseguir que
los profesores adopten el currículum, han olvidado, sin embargo, si queremos
realmente comprender los procesos de innovación, otro factor que debe ser
considerado: el diseño en sí del nuevo currículum. Al margen de teóricos,
planificadores y evaluadores, los alumnos van a las escuelas y experimentan un
currículum. Pero debe también comprender, en tercer lugar, cuáles son las ideas
de los profesores sobre qué y cómo enseñar. Primero, la innovación curricular
nunca es exactamente quitar un currículum y poner otro.
Segundo, esta idea
de que el profesor ya está aplicando un currículum, de que en las clases ya hay
un currículum funcionando, trastoca todo el planteamiento tradicional del tema.
Cualquier proceso de innovación entra irremediablemente en interacción con esa
realidad. Por ello, el análisis y comprensión de las condiciones de realidad
(estructura social y formas de conciencia) en las que opera la práctica de la
enseñanza es un elemento clave de la intervención en el cambio
curricular. “Hablar sobre el currículum es otro modo de hablar sobre las
prácticas educativas de ciertas instituciones.
Pretender el cambio
del currículum tiene que ver con la modificación de una práctica social, y no
con la sustitución en el estante del profesor de un manual por otro. de las
experiencias, en definitiva, que viven profesores y alumnos como consecuencia
de la existencia de un currículum. Considerar el currículum y su traslación a
la escuela, exige considerar la práctica real de la enseñanza, esto es,
entender que el currículum no es una idea inmaterial, sino el reflejo material,
socialmente construido, de ciertas pretensiones que se tienen para la escuela.
Si el currículum
pretende articular las intenciones educativas con las condiciones de realidad
en las que se lleva a cabo la enseñanza, estas condiciones, y las prácticas de
enseñanza a las que se da lugar con ellas, no son sólo el fruto de una práctica
consciente y cambiable. Son la expresión, en parte, del sentido profundo de la
existencia de la propia enseñanza en cuanto que práctica social
institucionalizada (Apple, 1986). De ahí la resistencia o “persistencia” de
métodos de enseñanza y prácticas escolares suficientemente criticados y
aparentemente “superados” (Hoetker y Ahlbrand, 1969). Por lo tanto, comprender
cuál es el papel que juega el currículum vigente en el sistema de enseñanza es
fundamental para entender no sólo sus dificultades de cambio, sino que el
currículum no es un acontecimiento inocente al margen de intereses ideológicos
y políticos.
En el mismo sentido
en que un currículum vigente no es neutro, tampoco la propia práctica de la
innovación es una dinámica que se produzca en el vacío social. Estas, como el
currículum en sí, responden a intereses socio-políticos. Por ello, cualquier
intento de cambio curricular, que no sea un cambio para un mayor control y
ajuste social, entronca con, y requiere de una práctica de transformación del
papel social de la enseñanza, y por tanto, de una transformación del papel y de
la práctica social del currículum, así como del profesor que lo lleva a cabo.
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